sentirse orgulloso de lo que son para gritárselo al mundo. Incapaces de darle la espalda a la emoción de la Fórmula 1, han construido un evento exitoso, multitudinario y pasional que no ha pasado desapercibido para nadie y que hoy ha generado la firma de un nuevo contrato hasta 2028.
En las inmediaciones del Autódromo Hermanos Rodríguez suele haber tráfico. El panorama rutinario en esa zona de constante afluencia vehicular bajo el smog de la abrumadora Ciudad de México, una de las urbes más grandes del mundo, esta siempre adornado por un caos acústico promovido por los ruidos de los coches que pasan sin descanso durante todo el día.
En ese contexto, ajetreado y caliente en pleno municipio de Iztacalco, se ha consolidado una de las historias pasionales más fervientes gracias a la Fórmula 1 que, una vez al año y durante varios días, acapara la atención de una afición entregada a las mejores escuderías del mundo de una manera distinta al resto del planeta.
El romance entre México y la Fórmula 1 no es algo nuevo, aunque sin lugar a dudas se ha consolidado de sobremanera durante los últimos años gracias, en gran parte, a Sergio Pérez, un mexicano que les mostró a los suyos que podía llegar hasta la cúspide de una industria que se mueve en la élite en todos los sentidos.
Y, por si había una duda de la relación afianzada entre la F1 y el país, la ausencia de Pérez entre los pilotos del campeonato no significó perdida alguna —mas que la emocional que se daba de contado— respecto al ánimo de todo el país sobre todo lo que conllevaba ser fanático de verdad.
Por eso, después de cuatro meses llenos de intriga y rumores por doquier, la confirmación de que el México seguirá albergando un Gran Premio, al menos, hasta 2028, fue recibida con júbilo por la pasión mexicana y se confirmó que el adiós de Pérez no terminó afectando la alianza como muchos pesimistas así lo creyeron.
La negociación, dura como todas las que valen la pena, se mantuvo siempre en el terreno de lo posible, gracias a lo atractivo que ha demostrado ser el GP de México, una justa que agota el boletaje siempre en pocos minutos y que deja una derrama económica considerable a todos los que conforman parte. Tan sólo el año pasado, 400,000 asistentes asistieron al evento durante los tres días, dejando poco menos de mil millones de euros en derrama económica.
Por eso, mientras varios países siguen luchando por un lugar dentro de la agotadora temporada que recorre el mundo, México se consolidó con este trato como un destino preponderante donde se goza de un circuito ferviente y pasional en el que los choferes aseguran siempre sentirse plenos y felices.
“La Fórmula 1 está en el corazón de los mexicanos, pero México está en el corazón de la Fórmula 1”, dijo un contento Alejandro Soberón, presidente de la Corporación Interamericana de Entretenimiento (CIE), la empresa que se encarga de la organización del Gran Premio.
La misma alegría la mostró la jefa de gobierno de la Ciudad de México, Clara Brugada. “El convenio se firma como un compromiso entre el Gobierno de la Ciudad de México y la Fórmula 1 para asegurar al Gran Premio hasta 2028. Eso no implica que hasta ahí va a llegar, ya tenemos amarradas fechas porque a principios del próximo año seguramente les estaremos dando buenas noticias sobre la comunidad de este maravilloso evento”, dijo Brugada.
Pero, quizá la opinión que impulsó la felicidad mexicana por completo, fue la de Stéfano Domenicali, presidente de la F1: “Estamos unidos por un futuro increíble (…) gracias a la calidez, entusiasmo y cultura mexicana”, recordando que la celebración del evento coincide con el afamado Día de Muertos, una de las tradiciones mexicanas más significativas.
La noticia también removió la pasión y el empuje por Pérez, considerado por la gran mayoría como el mejor piloto mexicano de la historia. El nuevo contrato, para muchos, implica el regreso a corto plazo de ‘Checo’, quien durante los últimos meses ha jugado la carta de la incertidumbre a su favor, diciendo casi susurrando que sólo consideraría regresar a la pista bajo un proyecto atractivo que lo motive.
La imagen de Pérez al bordo de un Red Bull fue la insignia pasional de una afición entregada a su valentía detrás del volante. Junto a él han sufrido, gozado y se han sentido esperanzados en cada carrera que el mexicano ha corrido impulsado por ese cariño multitudinario. Se antoja complicado que, de aquí a 2028, Pérez no esté presente en la parrilla de salida de uno de los GP que protagonizará el país.