Hace cuatro años, Tokio acogió el evento supremo en plena pandemia y sin público en la grada, con los atletas en burbuja sanitaria y con constantes test de detección de COVID-19, lo que ponía sobre ellos la espada de Damocles de un posible confinamiento.
Duplantis ganó entonces su primer oro olímpico. Recibió su medalla con mascarilla y en un estadio vacío de público.
"Fue extraño para todo el mundo, casi apocalíptico, de alguna forma", estimó este jueves el prodigio sueco en un acto con la prensa en Tokio.
"En cierta forma no era fácil disfrutarlo, simplemente asustaba. Estoy feliz por tener ahora una experiencia más real y más auténtica, de disfrutar del significado real del deporte, que es unir a la gente y tener sentido de comunidad", señaló.
En esta ocasión, el estadio Nacional de Tokio, con capacidad para 70.000 personas, no tendrá ninguna restricción y se espera que el ambiente resulte festivo, con un público que por fin podrá disfrutar en vivo de las estrellas del atletismo.
"Me alegro de no ser corredor de maratón"
Duplantis es una de las grandes figuras de este Mundial de Tokio, donde parece claro aspirante al oro y donde la única duda parece ser si batirá de nuevo su récord del mundo, que desde agosto tiene fijado en 6,29 metros.
Su principal adversario, como en los últimos meses, será el griego Emmanouil Karalis, que en cualquier caso parece relegado a pelear por la medalla de plata dada la enorme superioridad de 'Mondo' en su prueba.
Las elevadas e inusuales temperaturas que vive Tokio actualmente no parecen preocuparle en exceso.
"Me alegro de no ser corredor de maratón. Yo hago esprints muy cortos, así que no creo que el calor me vaya a afectar mucho. Es más, hasta puede beneficiarme", consideró.