Si hay algo que distingue a Francia de sus vecinos europeos es su capacidad para criticar a los demás en caliente, sin tomar distancia de una situación dada, para luego darse la vuelta y aprobarla. Se trata del deporte. Uno de los últimos grandes perjudicados no es otro que Luis Enrique.
En el espacio de dos años, ha recibido una cantidad inimaginable de críticas, sin que nadie se tomara dos segundos para analizar fríamente lo que el asturiano estaba construyendo. La famosa cultura del momento blanquiazul. El resultado: el PSG está a punto de lograr un triplete histórico, el primero de su historia.
El resultado: el cuadro galo va camino de un triplete histórico, el primero de su historia, y lo ha logrado practicando un fútbol en el que nada se deja al azar. No podemos sino admirarlo y decir: eso está muy, muy bien.
Desde su llegada a Francia, el asturiano ha construido un equipo capaz de ser protagonista de sus partidos, en lugar de víctima, ya sea en la Ligue 1 (como siempre ha sido el caso) o en Europa. Es un paso adelante con respecto a sus predecesores, porque una vez que el PSG llegó a la Liga de Campeones, se convirtió en un equipo capaz de soportar escenarios inverosímiles.
El PSG se ha convertido hecho a medida por Luis Enrique
Es sobre todo en el aspecto mental donde los parisinos han mejorado, convirtiéndose en un equipo capaz de realizar una proeza en Anfield, de aguantar en Villa Park cuando las cosas se ponen difíciles, o de enfrentarse al Arsenal y asumir su papel de favorito sin temblar. Son imágenes a las que no nos hemos acostumbrado desde la llegada de QSI. Y cuando uno conoce la mentalidad y el estado de ánimo del ex del Barça, no puede evitar darse cuenta de que ha creado un equipo que se le parece.
El París SG domina sus partidos, pero no es sólo una cuestión de mentalidad. El entrenamiento, el trabajo, la seriedad y el esfuerzo diario han allanado el camino para un posible éxito histórico. Si alguna vez ha practicado deporte, probablemente habrá oído a menudo a su entrenador decir: "Jugamos el fin de semana como hemos entrenado durante la semana".
Para el PSG, esta máxima cobra todo su sentido, como pudimos comprobar en el Media Day organizado por el club y la UEFA. El entrenamiento, abierto a la prensa, fue una sesión de preparación "real", ya que los parisinos jugarán la final de la Copa de Francia tres días después. El programa incluía ejercicios de presión, contrapresión y sobrepresión, y un partido de unos 30 minutos en el que la única consigna era la intensidad.
Desde su andamio, Luis Enrique dirigió la sesión, reorientando a sus hombres hasta el último milímetro. Todo estaba calculado: la forma en que la defensa debía sacar el balón o la manera en que un jugador en particular debía colocarse para asegurar un pressing perfecto. En resumen, nada se deja al azar, como ha explicado a menudo. Y es entonces cuando uno se da cuenta de por qué el PSG juega como juega, como un equipo dominante y dueño de su destino.
"¿Están los planetas alineados para el PSG? No lo sé, no soy adivino", declaró el español a la prensa el miércoles. "Lo importante para nosotros es nuestro ADN, jugar lo mejor posible y ser los primeros en hacer historia ganando la Liga de Campeones. Pero hay otro equipo con el mismo objetivo que nosotros", agregó.
Recordemos todas las acusaciones que la prensa francesa le ha lanzado a lo largo de los años, cuando el PSG fue eliminado por el Dortmund, cuando el equipo atravesaba una mala racha al principio de la temporada, y cuando respondió fríamente a los periodistas que no tenía "ninguna intención de explicar" sus tácticas porque no las entenderían. Sí, Luis Enrique es un personaje divisivo, que puede parecer arrogante a unos y seguro de sí mismo a otros, pero si el PSG está en la final de la Liga de Campeones es gracias a él.
