Premios Flashscore 2025 | El Inter-Barça del 4-3, elegido mejor partido del año

Francesco Acerbi celebra tras el gol del 3-3
Francesco Acerbi celebra tras el gol del 3-3DOMENICO CIPPITELLI / NURPHOTO / NURPHOTO VIA AFP, Flashscore

Siete goles, remontadas constantes, un empate arrancado en el último suspiro y la sentencia en la prórroga: el Giuseppe Meazza fue el escenario de una historia épica, donde la emoción, el caos y la grandeza superaron el propio resultado

Llamarlo simplemente "el mejor partido del año" sería quedarse corto. El Inter 4-3 Barça, semifinal de la vuelta de la Champions League 2024/25, fue mucho más: una narración épica y una noche destinada a quedar en la memoria colectiva del fútbol europeo, uno de esos partidos que se disfrutan una y otra vez y se transmiten de generación en generación.

Para entenderlo de verdad, hay que retroceder una semana, al partido de ida disputado en Montjuïc, porque noches así no surgen de la nada. El duelo en el Lluís Companys terminó 3-3, pero con la sensación de una historia inacabada. El cuadro italiano golpeó de inmediato, con el genial taconazo de Marcus Thuram y la potente volea de Denzel Dumfries, dos goles que parecían encaminar la semifinal.

Pero el Barça respondió con talento: el de Lamine Yamal, que encendió el estadio con uno de sus goles imposibles, regate y zurdazo desafiando la física, antes de que Ferran Torres devolviera la igualdad. En la segunda parte, otra vez golpeó el Inter de Milán mediante Dumfries, y luego el definitivo 3-3 tras el disparo de Raphinha que pegó en el larguero y después en la espalda de Yann Sommer -quien se desquitaría con creces en la vuelta- antes de entrar en la portería. ¿Se acabó ahí? ¡Ni mucho menos! ¿Cómo olvidar el 3-4 de los nerazzurri, firmado por Henrikh Mkhitaryan, anulado por el VAR por cuestión de milímetros?

El partido del año: goles, épica, fútbol

Con toda esa carga emocional, el 6 de mayo, el estadio de Lombardía se conviertió en el escenario de una de esas noches mágicas e inolvidables que este deporte ha regalado a lo largo de su historia legendaria. El Inter salió con todo, igual que en la ida: Lautaro Martínez abrió el marcador y Hakan Çalhanoğlu amplió la ventaja desde el punto de penalti.

Parecía repetirse el mismo guion, con un Barça incansable que, una vez más, encuentró respuestas en el coraje y la magia de Lamine Yamal. Luego, Eric García y Dani Olmo, con dos remates de cabeza, igualaron el partido y solo el meta suizo evitó que el crack de Rocafonda sentenciara antes de tiempo, impidiéndole dejar su nombre entre los goleadores.

Sin embargo, a tres minutos del final, ni siquiera Sommer pudo hacer nada ante el doble remate de Raphinha que culminó la remontada: 2-3 para el Barcelona, en el silencio sepulcral de un Meazza que asistía a cómo el sueño nerazzurro parecía romperse. Pero es justo en ese instante cuando el partido cambió radicalmente. Cuando la historia se volvió épica.

Tiempo añadido, última jugada. El Inter recuperó el balón con Denzel Dumfries y el Barça reclamó falta sobre Gerard Martin, pero en Europa ese tipo de contactos rara vez se sancionan. El balón llegó al área, raso, y no fue Lautaro ni Thuram ni Taremi, sino Acerbi, central, quien se movió como un auténtico delantero. Se colocó ahí precisamente para eso: se anticipó, remató con fuerza y precisión y la pelota entró por debajo del larguero. Wojciech Szczęsny, batido; el equipo culé, hundido.

El grito de Frattesi

No era solo un gran gol, sino un gol eterno. El Giuseppe Meazza estalló y la emoción arrasó todo, incluso al propio Barça, que quedó entre la incredulidad y el cansancio. Así se llegó a la prórroga, donde la magnanimidad exigía un último capítulo. Y lo escribió Davide Frattesi al anotar el 4-3, que metió al Inter en la final y dejó al fútbol otra imagen icónica: su carrera hacia la curva, la escalada a su gente, el grito al cielo y la voz perdida en la noche.

Era la fotografía de un partido y de una eliminatoria que lo tuvo todo: técnica, errores, grandeza, desesperación y alegría. El Inter-Barça no fue solo una semifinal de vuelta de Champions League, sino una novela perfecta, escrita y contada de la forma más cruel para los blaugranas y más maravillosa para los nerazzurri que el fútbol pueda conocer.

Raffaele R. Riverso
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