Un gol en los últimos minutos del centrocampista Ulrik Saltnes dio al club del interior del Círculo Polar Ártico un balón de oxígeno antes de la vuelta en casa.
"Fue más bien un alivio poder levantarnos un poco y meternos en el partido", declaró Saltnes a Reuters. "Seguimos siendo muy inferiores, ¡pero al menos ahora será una batalla!", indicó.
El Bodo/Glimt está acostumbrado a luchar en Europa, y esta temporada ha cosechado algunas derrotas notables.
En cuartos de final, parecían muertos en la prórroga del partido de vuelta contra la Lazio en Roma, pero Andreas Helmersen marcó el insólito gol del empate y forzó la tanda de penaltis, que ganaron.
Es la última de una serie de actuaciones en Europa en las que el equipo no se rinde y que se derivan de un espíritu de club que favorece el proceso por encima de los resultados, lo que le permite mantener la calma incluso bajo presión.
El citado Ulrik ha experimentado todos los altibajos del fútbol europeo en esta campaña, marcando dos goles en casa contra los romanos, pero fue expulsado en el 57' en Roma, cuando la ventaja de dos goles se esfumó, forzando la prórroga.
El jugador de 32 años se preguntó en voz alta tras el partido de ida si las dos ocasiones que desperdició en la segunda parte volverían a atormentarle, pero mientras observaba sentado cómo se desarrollaba el drama de los lanzamientos desde los 11 metros, afirmó que apenas recordaba los fallos.
Nada que perder
"No, la verdad es que no. Fue tan emotivo y emocionante verlo que no podía pensar en otra cosa que no fuera el partido y apoyar a los muchachos", afirmó.
Afortunadamente, sus compañeros de equipo, y en particular el guardameta Nikita Haikin, acudieron al rescate, ganando la tanda en la caldera del Estadio Olímpico de Roma y colocándoles a un paso de la final europea, si es que son capaces de darle la vuelta a la desventaja de dos goles contra los Spurs en casa.
"Creo que jugarán de forma muy parecida al último partido. No tenemos absolutamente nada que perder, y sólo tenemos que atacar lo mejor que podamos", explicó Saltnes.
"Tenemos que mantener la cabeza fría: no sirve de nada pensar que vamos a ganar el partido en 10 minutos. Pueden pasar muchas cosas, y sólo tenemos que centrarnos en nosotros mismos, aunque sabemos que va a ser un reto increíblemente grande", destacó el futbolista noruego.
Saltnes ha hablado de cómo se planteó dejar el fútbol antes de que el Bodo empezara a subirse a la cresta de una ola que le ha llevado a ganar cuatro títulos de liga desde 2020.
Un catalizador importante llegó cuando se trajo al entrenador de rendimiento Bjorn Mannsverk -un expiloto de combate de la fuerza aérea noruega sin antecedentes futbolísticos- y, junto con el técnico Kjetil Knutsen, inculcó un enfoque lejos de ganar hacia simplemente rendir al máximo en cada momento.
El jueves, la ciudad de Bodo volverá a acudir en masa al estadio de Aspmyra, situado a 10 minutos a pie del aeropuerto local, para dar la bienvenida al equipo en el campo, mientras se disparan fuegos artificiales al cielo y suena 'Thunderstruck' de AC/DC por los altavoces.
Los periodistas que visiten el pequeño recinto, con capacidad para poco más de 8.000 espectadores, informarán al mundo desde una sala de prensa situada detrás de una de las porterías, encima de un supermercado y utilizada como aula durante el día, con dibujos de niños colgados en las paredes.
La final se disputará en Bilbao el 21 de mayo, por lo que el partido de este jueves será el último del curso en Aspmyra.
"Por supuesto, llegar a la final sería estupendo, pero no creo que cambiara mucho", dijo U. Saltnes.
"Las experiencias que vives por el camino son mucho más importantes que donde acabas, creo", indicó.