Muchos colocaban al Atlético de Madrid entre los candidatos al título del campeonato nacional español teniendo en cuenta cómo se habían movido en la ventana veraniega de pases, pero después de dos jornadas la vida no les sonríe a los del Cholo Simeone.
En la primera fecha, los colchoneros se dejaron remontar (perdieron 1-2) por un Espanyol que unos meses antes peleó hasta el final por la permanencia en Primera División. Durante la segunda, en el estreno en casa, no fue mucho mejor y empataron 1-1 contra el Elche, un recién ascendido.
Preocupa, sobre todo, la carencia de algo que ha caracterizado a los equipos de Simeone históricamente: solidez defensiva. Antes ganaban por imposibilitar a los adversarios marcar, pero ahora estos encuentran el camino a la meta de Oblak con excesiva facilidad.

Sobre el papel, la plantilla madrileña tiene capacidad para aspirar a cotas elevadas, pero resulta difícil mirarles como un contendiente serio tras fichar a Baena, Almada, Raspadori, Hancko, Cardoso, Ruggeri, Pubill, Mouriño y Musso, y conseguir sólo un empate ante dos rivales que pelean por objetivos completamente opuestos.
Cuanto más se aleja del pueblo y se acerca a los gigantes de España y Europa -de manera completamente merecida por años de buen hacer-, parece que más le cuesta al Atleti competir y sacar su mejor nivel. Da la sensación, curiosamente, de que su entrenador ha sacado mayor rédito a plantillas limitadas en calidad, pero sobradas de corazón, que a otras con más estrellas.
Seguramente logren revertir la situación, pero cada punto perdido es un puñal en el costado cuando compites contra clubes de la talla de Real Madrid y FC Barcelona, ya que fallan muy poco y castigan con dureza cada error de los rivales.