El internacional sub21 tuvo que dar explicaciones en la comisaría de Morón de la Frontera después de que la Policía encontrara suficientes indicios de su participación consensuada con algunas personas de su entorno para que entre todos ganaran dinero con apuestas sobre las cartulinas que él mismo forzaría cuando jugase.
Según ha desvelado este jueves 22 de mayo El Confidencial, los investigadores encontraron pruebas en los mensajes del móvil de Kike Salas. Al parecer, según esta información, el futbolista avisaba con antelación a dos amigos, César G. y Kevin L. de que sería amonestado, un hecho que se repitió en al menos cinco encuentros de Primera División de la temporada 2023/24. Lo que ganasen se lo repartirían entre todos.
Se cree que con estas apuestas ilegales, por las que se les acusa de un delito de estafa y que podría acarrear hasta tres años de prisión, se pudieron lucrar con unos 9.000 euros.
Kike Salas, en aquella época, superaba los 300.000 euros de salario en el Sevilla.