A finales de los 90, mientras las teorías conspirativas de todo el mundo se preguntaban si el mundo se iba a acabar en el 2000, el fútbol mexicano vivía una época esplendorosa con la consolidación de un campeonato que en unos años se convertiría en una liga preponderante en el continente.
En medio de toda esa ebullición futbolera en un país de más de 100 millones de personas, el Toluca era el mandamás con un juego espectacular que construyó una de las dinastías más emblemáticas en la historia del fútbol mexicano con un José Saturnino Cardozo descomunal e inolvidable como líder del equipo.
Fueron 12 años en los que el Toluca ganó 10 títulos —9 domésticos y uno internacional—, lo que modificó para siempre su historia al dejar de ser un equipo participante y de poca envergadura. En poco más de una década, loa Diablos Rojos se consolidaron como un club preponderante, atractivo y capaz de pelear todos los frentes.
Pero, como suele ocurrirle a todos los equipos del mundo, incluidos los grandes, Toluca entraría a una etapa tormentosa que lo alejaría de los primeros planos del fútbol mexicano y establecería una sequía de 15 años sin un título de liga. Un tiempo caótico que incluso lo dejó en algún torneo como último de la porcentual, pero sin posibilidad de descenso, suprimido en la anticompetitiva Liga MX.
Un largo tiempo en la que noble y ferviente afición del Toluca añoró más que nunca a la legión incansable e imbatible de Cardozo, Vicente Sánchez, Hernán Cristante, Salvador Carmona, Paulo Da Silva, entre tantas otras figuras rimbombantes que el Toluca tuvo en esa época de gloria del nuevo siglo.
Una añoranza que terminó claudicando Antonio ‘Turco’ Mohamed y un grupo hambriento de recobrar la grandeza ganada en cancha con el temple de una ciudad entrona a los retos. Pero, si bien el campeonato de Liga fue un bálsamo de alegría tan anhelado como deseado, lo que ocurrió en el Campeón de Campeones terminó por abrir, inevitablemente, la puerta a una ilusión mayor difícil de controlar.
La contundente victoria toluqueño en Los Ángeles frente al América, otro equipo de época que lucha por mantener su vigencia, desató la locura emocional de una afición que ahora piensa si con el técnico argentino, prócer como entrenador en México, que no tiene empacho en decir abiertamente que está todo el contexto armado para pensar a largo plazo.
Como hace casi 30 décadas, en Toluca comienzan a pensar que su ciudad puede volver a ser el epicentro de la ebullición emocional del fútbol mexicano, gracias a un grupo de jugadores que ha roto un bloqueo mental que desalentó a toda una generación de aficionados que se acostumbró a la carencia de gloria futbolística y a sólo escuchar sobre tiempos gloriosos.
Una ciudad entera y una afición pasional anhelan con toda su alma volver a tener una generación inolvidable que les robe el aliento y que engrandezca, todavía más, la historia de un club monumental que labró su camino junto, siempre junto a su gente.