Un mes y medio después de su triunfo en la Liga de Campeones con el París Saint Germain, Gianluigi Donnarumma ha visto cómo su situación cambiaba radicalmente. La llegada de Lucas Chevalier, procedente del Lille, le puso en entredicho como portero titular, pero fue su no convocatoria para la Supercopa contra el Tottenham lo que hizo que todo se viniera abajo.
A punto de expirar dentro de un año y sin opciones de renovación, el capitán italiano se convirtió en un problema después de triunfar en Europa como jugador estrella. Algo inconsistente para uno de los auténticos héroes del triunfo parisino en la Liga de Campeones, entre penaltis parados y goles evitados. La condición de mejor portero del mundo, en opinión de muchos, no sirvió para garantizarle una última temporada en su puesto en París.
La responsabilidad de Lucho
Según informaciones de Rmc Sport, de hecho, el entorno de los Azzurri acogió con ironía la decisión del Psg, recordando cómo fue gracias a sus intervenciones que el equipo parisino accedió a la final. Informado de la inminente llegada del guardameta de 23 años al Lille, Gigio no rehuyó la decisión, teniendo en cuenta además que al principio de su aventura parisina tuvo que batirse en duelo con el consagrado Keylor Navas.
Sin embargo, su exclusión de la Supercopa de mañana por la noche, en tierras italianas, es una clara declaración de intenciones por parte del club francés. Pero no sólo eso. Todo lo contrario. Porque el que manda en Poissy es Luis Enrique, un entrenador dogmático, estricto y egocéntrico, que lleva el brazalete de capitán incluso sin saltar al campo. Sin peros. Y después de admitir que eligió a Chevalier por su juego con los pies, ha despegado definitivamente.
De nuevo en plazo
Por un lado está la arrogancia de un entrenador que, en su primera experiencia top en el Barcelona, llegó a dejar en el banquillo a alguien como Xavi para apostar por Rakitic. Pero no sólo eso. Porque Lucho era partidario de alternar en la portería a Claudio Bravo y Marc André ter Stegen, lo que le llevó al triplete en la temporada 2014-15. Para Gigio, en cambio, es la segunda vez en su carrera que llega al inicio de la temporada con su contrato a punto de expirar, tal y como ocurrió hace cinco años con el AC Milan.
Las circunstancias actuales, por tanto, pueden abrir una rápida negociación a final de mercado de verano. Queda poco tiempo, pero el interés del Manchester United parece concreto. Las dudas no son económicas, ya que los Diablos Rojos están acostumbrados a ofrecer grandes contratos. Habría que saber si el mejor portero del momento quiere realmente jugar una temporada sin copas de Europa y en una realidad decadente.
Con la Copa Mundial de 2026 aún por ganar -y para la que será necesaria una escalada agotadora-, el panorama para Gigio se ha vuelto negro de repente. Su futuro en París parece ya acabado. Y el tiempo escasea. Esta vez tendrá que actuar sobre la marcha, quizás intentando dar un paso atrás hacia Old Trafford para dar dos adelante en proyección. A menos que el Chelsea de su compatriota Enzo Maresca, que juega la Liga de Campeones y aspira al título de la Premier League, haga un movimiento sorpresa.