El derbi lombardo entre el Inter y el Como llega en un momento en el que el terreno de juego se cruza inevitablemente con lo que pudo haber pasado fuera de él.
Quien irrumpirá en el césped de San Siro será Cesc Fàbregas (38), que entrará al Meazza no como entrenador del Inter –como muchos imaginaron y desearon con fuerza el pasado verano– sino como líder de un Como que ya no es una sorpresa, quinto en la tabla y consolidado entre los protagonistas del campeonato.

Y es que resulta difícil olvidar que el pasado mes de junio, cuando la salida de Simone Inzaghi dejó un vacío en el banquillo nerazzurro, la primera opción del Inter no fue Cristian Chivu, sino él, el canterano del Barça que devolvió al Como a la Serie A, siendo protagonista de un brillante debut en la máxima categoría gracias a un proyecto técnico-táctico innovador, una idea de juego valiente y una visión moderna del papel de entrenador.
El Inter –y no solo el Inter– supo ver el potencial y apostó por Fàbregas como el perfil ideal para iniciar una nueva etapa. Los contactos fueron reales y profundos, y en el club estaban convencidos de que era el hombre adecuado para redefinir la identidad y las ambiciones, y que lograrían llevarlo a Milán.
El gran rechazo
Pero no fue así: el Como se mantuvo firme. El club del lago cerró de inmediato cualquier posibilidad, declarando a Fàbregas "intransferible", como se hace con los grandes referentes. Un mensaje claro: el proyecto seguiría con él, sin dudas.
Así, en la orilla nerazzurra de los Navigli se decidió que el encargado de abrir el nuevo capítulo fuera Cristian Chivu, llamado de vuelta tras su experiencia en el Parma, en un contexto complicado, con una herencia pesada y con una certeza: el técnico rumano llegó sabiendo que no era la primera opción, pero con muchas ganas de que nadie echara de menos a Fàbregas.

Sin embargo, desde entonces, el Inter ha alternado momentos convincentes con fragilidades en los grandes partidos, el verdadero talón de Aquiles de esta etapa. Las recientes derrotas en el derbi ante el Milan y en Champions frente al Atlético de Madrid, y las dificultades generales ante rivales directos, han frenado en parte la marcha de Lautaro y sus compañeros.
Actualmente, los nerazzurri no están mal ni en Italia ni en Europa: son terceros en la liga, a un punto de la pareja de líderes formada por Milan y Nápoles, y cuartos en el gran grupo de la Champions League, a tres puntos de la cima. Sin embargo, son conscientes de que en las grandes citas todavía hay algo que no termina de funcionar.
La etiqueta de "segunda opción"
Por eso, el duelo ante el Como se convierte en un cruce que va más allá de la clasificación. Por un lado, está Chivu, que quiere quitarse de encima la etiqueta de "segunda opción", cambiar la dinámica y demostrar que su Inter puede imponerse también en los partidos importantes.
Por el otro, Fàbregas, que vuelve al lugar donde pudo haber dado el gran salto: San Siro. Allí, donde el interés nerazzurro le hizo ver que era considerado uno de los técnicos más interesantes de Europa y donde podrá confirmar –si es que hace falta– que es mucho más que una simple intuición.

Seis meses después, el Como es quinto, a solo cuatro puntos de la cima. Aunque no sea candidato al Scudetto, es un equipo que juega bien, tiene una identidad clara, primero sorprendió y después convenció. Una victoria en el Meazza impulsaría aún más el proyecto del club del lago y, para Cesc Fàbregas, sería una reivindicación silenciosa pero muy poderosa.
En definitiva, el próximo sábado el partido del Meazza se juega en dos planos. El primero, el evidente de la clasificación. El segundo, probablemente, quedará en un segundo plano, pero tiene que ver con todo lo que pudo haber sido y no fue.
