En el apartado de “cultura del esfuerzo” habría que dedicar un capítulo especial a Lucas Biglia (39), que de adolescente recorría cada día 200 kilómetros para ir y volver de su Mercedes natal a Buenos Aires, persiguiendo el sueño de ser futbolista. Obligado a terminar los estudios ya de adulto, tras haberse consolidado en la élite, el ex centrocampista de la Lazio, el Milan y la selección argentina, hoy forma parte del cuerpo técnico del Anderlecht. Y en exclusiva para Flashscore revela que, incluso ahora, reparte su tiempo entre el estudio y el trabajo, viajando cada semana entre Bruselas y Coverciano.
¿Cómo es su vida actualmente?
Mira, por ejemplo este fin de semana nosotros (el Anderlecht) jugamos el domingo. El lunes por la mañana tomo el avión, aterrizo en Milán y de ahí en tren hacia Florencia. Luego el miércoles por la noche regreso a Milán, donde duermo, y el jueves por la mañana vuelvo a Bruselas.
Está llevando un ritmo más duro que cuando jugaba...
Y además estoy tomando clases de inglés, que es el idioma que usamos en el Anderlecht para comunicarnos con los jugadores. En mi carrera aprendí francés e italiano, y el inglés siempre lo hablé “a nivel de campo”, pero ahora intento dar clase dos veces por semana. Pero entre los entrenamientos y el hecho de que tengo que alternar el español en casa, el francés en el club y el italiano en Coverciano... Hasta mediados de diciembre, que termino el curso, le he pedido a mi profesor que tenga un poco de paciencia conmigo.
Es un poco la historia de su vida. De adolescente tuvo que dejar el instituto para dedicarse al fútbol...
Sí, porque cada día tomaba dos trenes y dos autobuses para llegar a Buenos Aires, tanto para jugar con las inferiores de Argentinos Juniors como con las de la selección. Un día llamaron a mi padre desde la escuela y le dijeron que no estaba rindiendo como debía, así que tuve que elegir, y terminé los estudios más tarde, ya de adulto.
¿Por qué eligió Coverciano?
Lo hablé también con Cambiasso (Esteban), porque al principio pensaba hacerlo en España. Pero siguiendo su consejo, decidí preparar en Italia los cursos UEFA B y UEFA A, que es el que estoy haciendo ahora, porque a nivel táctico este campeonato me ha dado algo único. Y es fundamental, cuando quieres aprender a ser técnico, escuchar y formarte.
Entonces, ¿le gustaría entrenar en Italia?
Algún día sí, pero no para empezar. Digamos que para junio del año que viene me gustaría hacerme cargo de un equipo, pero en Italia te exigen resultados de inmediato. En Países Bajos, Bélgica o Suiza se apuesta más por un proyecto y creo que te dan más tiempo para trabajar. En Italia, después de cinco partidos ya estás en entredicho.
El caso de Chivu en el Inter es casi único.
Pero Christian tuvo que entrenar muchos años en la Primavera y luego en el Parma. Pero creo que un Primavera de nivel en Italia podría ser adecuado para mí para empezar. Cuando arranque como primer entrenador quiero tener tiempo para cometer errores al principio, pero en Italia es difícil, no dan tiempo ni a los jóvenes futbolistas. Los equipos sub-23, por ejemplo, en Bélgica están formados por jugadores de 17 o 18 años, en Italia no. Es la mentalidad la que hay que cambiar.
Simone Inzaghi empezó en el Primavera de la Lazio.
Simone es uno de los técnicos que más analizo. Con el Primavera de la Lazio ganó un campeonato y ha sido uno de los entrenadores que más ha evolucionado. No debemos dejarnos engañar por el sistema, el 3-5-2, que no era el mismo en la Lazio que en el Inter. Pero en Italia y en cualquier sitio hay que entender que un caso como el de Guardiola es la excepción, no la regla.

Con Inzaghi estuvo en la Lazio, donde llegó en el verano de 2013.
Me había recomendado mi actual entrenador Besnik Hasi, que entonces era segundo en el Anderlecht, a Igli Tare, que tras un partido en el que ganamos al Brujas vino a decirme que el año siguiente sería jugador de la Lazio. Pero la negociación fue agotadora.
¿Qué pasó?
Estuve 18 días encerrado en un hotel en Roma, cerca del Foro Itálico, porque el traspaso no se desbloqueaba. Y hasta corría el riesgo de una demanda ante la FIFA porque no me presenté a la pretemporada en Bélgica y fui directamente a Roma. Lotito no quería pagar las comisiones de dos millones, sólo los siete millones del traspaso. Y de alguna manera había que encontrar ese dinero.
¿Cómo se resolvió la situación?
Se organizó un amistoso entre Anderlecht y Lazio en Bélgica, donde yo no jugué, mientras que el resto del dinero, unos 400.000 euros, tuvimos que ponerlo mi representante y yo. Pero no acaba ahí, porque cuando fui a firmar a casa de Lotito, que ni te cuento cuánto me hizo esperar, después de firmar se giró y le dijo a Tare: "¿Y este quién es?". ¡Ni siquiera sabía quién era yo!
Esos 18 días encerrado en el hotel debieron ser infernales...
Y todo esto mientras mi mujer estaba embarazada. Ella, junto a su madre, estaba organizando la mudanza de Bruselas a Roma. Mi mujer llegó a Roma el 14 de agosto y dos semanas después nació mi hijo. La llegada fue infernal, pero la despedida quizá fue aún peor.
¿Por qué?
Fui muy criticado por los aficionados porque quería irme. Y eso porque en 2015 me llegó una oferta del Manchester United, cuando estaba Van Gaal. Lotito me dijo que nunca me dejaría salir, y yo acepté quedarme con la condición de renovar el contrato. Además, estaba a punto de llegar Marcelo Bielsa, aunque al final no se concretó. Me prometieron una mejora de contrato que nunca llegó.
Negociar con Lotito debió ser una pesadilla.
Me citaba en Formello a medianoche, que parece que era cuando terminaba de trabajar. Se sentaba, comía y luego se dormía. Mientras tanto, Tare le decía a mi agente que le hablara igual, que nos escuchaba aunque estuviera dormido. Y cuando llegábamos a hablar de la mejora económica prometida tras rechazar al United, se despertaba y decía que no podía hacerlo para no poner celosos a los demás jugadores, o que no podía por el Fair Play Financiero.
En el verano de 2017 logró irse al Milan.
Ya había firmado un precontrato con el Milan en enero, porque había decidido marcharme aunque Inzaghi contaba conmigo. Le di las gracias pero le dije que tenía 31 años y que, tras no renovar, me iría al Milan, que estaba a punto de cambiar de dueño. Hubo un pulso porque Lotito no respondía a la oferta por correo y me quería en Auronzo para la pretemporada. Al final, fui al stage de noche, y al día siguiente había 5.000 aficionados listos para insultarme. Y eso que normalmente allí iban familias y no los ultras, que no sabían nada de la situación.
Debió ser muy duro.
Vino Angelo Peruzzi a decirme que fuera a hablar con los aficionados, pero me negué. Y tras insistir, dejé la concentración y convencí a la Lazio para que me dejara salir, después de hablar con Inzaghi, que me dijo que tenía razón. Al día siguiente fui a Formello para firmar la rescisión del contrato, aún me debían tres meses de sueldo y el premio por la clasificación a la Europa League. Pero uno de los asistentes de Lotito se empeñó tanto en negarme esos pagos que me fui sin cobrar nada. Y mi agente todavía me lo echa en cara. Pero ya no podía más.
De todas formas, vivió años importantes en Roma.
El primero me sirvió para adaptarme, pero luego creo que he jugado tres grandes temporadas. Recuerdo aquel doblete a la Fiorentina, el único de mi carrera. Y a pesar de la despedida complicada y dolorosa, no pienso cerrar nunca la puerta porque si algún día me llama Lotito para entrenar a la Lazio, por supuesto que iré.
En tu llegada al Milan hubo un "Forza Lazio" que dio que hablar.
Había llegado la noche anterior tras dos días muy intensos. Al día siguiente hice las pruebas en Milan Lab, unos test muy exigentes físicamente y después de casi 40 días de vacaciones sin entrenar de forma específica. Arrastraba mucho estrés, y hasta vomité al terminar las pruebas. Mientras volvía, se me acercó alguien que ni siquiera era aficionado y me pidió un saludo, y yo solté ese "Forza Lazio" que se hizo famoso, también porque lo grabaron. Pero nadie sabía lo que había pasado antes.
Su descubridor Tare hoy trabaja en el Milan.
Cuando trabajas con una propiedad extranjera no es fácil, pero si le dan espacio y tiempo puede hacerlo muy bien.
En el Milan tuvo menos suerte, por varias circunstancias.
He tenido muchas lesiones, eso también hay que decirlo. En los derbis de liga nunca logré ganar, pero hubo una victoria por 1-0 en Coppa Italia que recuerdo con cariño.
¿Cómo ve el próximo derbi que se juega este fin de semana?
Creo que nunca como ahora, en los últimos dos o tres años, se ha visto un derbi de Milán tan igualado sobre el papel. Veo valores muy parecidos en ambos equipos, salvo en el banquillo, donde el Milan tiene a alguien como Massimiliano Allegri.

En su Milan ya estaban Leao y Gabbia, hoy titulares indiscutibles.
De Gabbia recuerdo que una vez Ibra le reprendió con fuerza tras un error, como solía hacer, y él respondió. Zlatan lo hacía precisamente para sacar el carácter de sus compañeros. Y después de la respuesta de Gabbia le dijo: "Eso es lo que quería ver de ti".
¿Qué piensa de Leao?
Para mí puede ser un jugador de otro nivel. Pero el problema es que primero tiene que creérselo él, si no podríamos tener otro caso como el de Joao Felix. Un talento así que no termina de explotar por decisión propia... tiene que cambiar y no ponerse más límites.
Cerramos con Ibra, que llegó al Milan casi retirado y volvió a ganar.
Poco después de su llegada estalló la pandemia de la COVID, y en el club se empezó a decir que había que reducir los salarios. Su reacción fue tajante: "Yo he jugado en el Milan de Berlusconi y no pienso renunciar ni a un euro. Si quieren, pueden quebrar".
Hoy es directivo, aunque ya no tan importante como la temporada pasada.
Creo que ha entendido que tiene que aprender a delegar y que no puede hacerlo todo él. Ahora a su lado tiene a alguien como Tare y por eso ha dejado un poco de espacio. En el campo era extraordinario, tenía una mentalidad única.
Ha jugado con delanteros como Messi, Ibrahimovic, Agüero, Higuaín y Klose, sólo por nombrar algunos. ¿A quién querría siempre con usted?
Aparte de Messi, por supuesto, te digo Higuaín.
