En un encuentro con numerosos errores a ambos lados, Alcaraz se impuso tras apretar en los momentos claves: al final del primer set y del juego de desempate.
Pero el resultado fue lo de menos.
El español había avisado antes del encuentro de que lo importante era que la gente disfrutara, y vaya si lo hizo. Hubo puntos espectaculares, sonrisas por doquier y buen ambiente entre los 14.100 espectadores que acudieron al estadio de los Marlins, el equipo de béisbol local.
Había ganas de ver enfrentarse al español y la promesa brasileña por primera vez.
Alcaraz asegura el entretenimiento
Ante la mirada de Sergio Busquets y Jordi Alba -flamantes campeones de la MLS con el Inter Miami y recién retirados- y del brasileño Ronaldo Nazario, el murciano demostró por qué es el jugador perfecto para una exhibición.
El líder del ranking ATP tiene un don natural para el espectáculo. En Miami lo dio todo. Se rio de sus propios errores, bromeó con los aficionados de las primeras filas y se revolcó por el suelo tras fallar una volea sencilla.
A esto suma todo tipo de trucos en su chistera. La capacidad de acariciar la pelota para una dejada perfecta en una jugada y de conectar una derecha ganadora a 164 km/h en la siguiente.
Joao, al que algunos consideran como un futuro candidato para disputarle los títulos a la dupla Alcaraz-Sinner, mostró por momentos todo su potencial.
Apoyado en una derecha potentísima, el joven brasileño se lo puso difícil al español.
En el primer set, cuando C. Alcaraz parecía dominar claramente con un primer break en blanco, el bueno de J. Fonseca le devolvió el quiebre en el juego siguiente.
El brasileño cedió su servicio de nuevo, sin embargo, en el penúltimo juego. Y esta vez fue Carlos quien aprovechó la ocasión para imponerse por 7-5.
Despierta Fonseca
Alentado por una numerosa y ruidosa afición brasileña, el adolescente sudamericano empezó el segundo set arrasando hasta poner el 5-0 con un doble break a favor.
Enfrente, el jugador nacido en El Palmar parecía más pendiente del espectáculo que del juego. Su leve mejoría al final del parcial le permitió arañar un 2-6 y evitar un rosco.
Todo se iba a jugar en el desempate.
Fonseca se puso por delante, pero su rival, acostumbrado a momentos tensos que deciden los grandes títulos, se recompuso.
Menos sonrisas de su parte en este tramo final. A tenistas como él les gusta ganar hasta en los entrenamientos, así que volvió a sacar la magia. Un par de derechas supersónicas por aquí, una volea perfecta por allá, y acabó ganando el partido.
Si siguen compitiendo de esta manera, ambos se cruzarán probablemente en muchas ocasiones, esta vez en los torneos más importantes.